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La invasión del desierto por parte de turistas que van en caravanas de 4*4 es uno de los principales motivos del nefasto estado del entorno natural del desierto y que afecta al territorio marroquí en general. La invasión de todoterrenos repletos de turistas es un proceso conocido como la “Toyotariazación” del Sahara.
Las ruedas destrozan la superficie del desierto que después se dispersa por el aire debido a los fuertes vientos. Se ha calculado que en los últimos 50 años la producción anual de polvo en el Sahara ha incrementado en un 1.000 % más en el Norte de África. Y por si alguien piensa que el viento borra las huellas de los todoterrenos, hay que recordar que cinco décadas después del cese de las hostilidades, áun se pueden ver en el desierto libio huellas de los vehículos de la Segunda Guerra Mundial. El polvo transportado por el aire es una de las principales causas de la sequía y no tanto una consecuencia de ella, ya que impide que los rayos de sol lleguen a la tierra y dificulta la formación de las nubes.
Los efectos negativos van más allá de Marruecos y sus comunidades desérticas. La arena removida amenaza con envolver en polvo el planeta, con graves consecuencias para la salud humana, los arrecifes de coral y el cambio climático. La arena reduce el plancton de los océanos, con efectos devastadores para la vida marina. Las tormentas de arena son cada vez más habituales en ciudades como Madrid y los vientos cargados de polvo amenazan en convertir en desierto las regiones mediterráneas españolas.
En cuanto el desierto llegue a Europa, será muy complicado y costoso reconvertir la desertización. La arena del Sahara ha llegado a zonas tan lejanas como Groenlandia, depositándose en los icebergs y propiciando que se derritan más rápido.
Explorar el desierto en camello o a pie no perjudica tanto el medio ambiente; además obliga al viajero a adaptarse a un ritmo más lento, sin las intromisiones del mundo moderno, y es la mejor manera de dejar en la arena huellas que se borran fácilmente.
Fuente: Lonely Planet Marruecos