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Un año más tarde de nuestro primer viaje como agencia de viajes a la zona de Toubkal, repetimos con la esperanza de repetir quorum, y no tan solo lo repetimos, sino que lo superamos. Al final fuimos un grupo de 30!!! (El año pasado habíamos sido 24).
Con este cerramos un círculo anual de 7 viajes a Marruecos, en los que hemos pisado nieve, realizado bonitos tours de alta montaña, visitado el desierto, recorrido la montaña del Alto Atlas en todas las épocas de año (invierno, primavera, verano y otoño), y consolidando poco a poco nuestra pequeña agencia de viajes artesanal en un referente como expertos conocedores y divulgadores de la zona.
A diferencia del año anterior, este diciembre ha sido bastante falto de nieve. El Imlil no había rastro de la misma. La poca que había empezaba a la altura del Santuario (donde más bien eran placas de hielo en el camino) y la misma era tan poco profunda que ha permitido, cosa extraña en esta época, que las mulas llegasen al mismo refugio de Toubkal.
El tiempo era tan agradable que hasta el primer grupo que llegamos a Imlil aún pudimos darnos el lujo de tomar la comida en la terraza del albergue. Eso sí, a la que el sol se esconde, la temperatura baja en picado, y el té con palomitas típico de la tarde apeteció ya hacerlo bajo cubierto, en el agradable interior del albergue del amigo Lahzen.
La subida al refugio la realizamos con un tiempo espléndido, con comida al sol en el último chiringuito que se encuentra antes de llegar a la zona de refugios, a casi 3.000 metros. Previamente pude observar que todas las cascadas de hielo del circo de Afekhoï están en perfecto estado. Muy bien formadas, lo que hace prever que el stage de escalada en hielo a celebrar en febrero será todo un éxito.
Al llegar al refugio y antes de que anochezca, aún tenemos tiempo de distraernos un poco con un corto resalte de hielo situado rio arriba en las inmediaciones del refugio. Se trata de un resalte pequeñito pero que bien da para pasar el rato la hora y poco de margen que nos separa de la penumbra más absoluta que representan aquí las largas noches de diciembre.
Al día siguiente una jornada un tanto maratoniana. Madrugada, caminata inicial a la luz de los frontales, bonita salida de sol. Tiempo excelente y subida por el valle de Ikhibi Sur y bajada por el valle de Ikhibi norte, con la visita a los restos del motor del avión de la cumbre del Tibheirine. Llegamos 28 de los 30 a la propia cumbre y los 2 restantes se quedan en el collado a casi 4mil metros. Una vez más, todo un éxito.
El tiempo es excelente. Ni una mota de viento en la cumbre. Buen sol, temperatura agradable, una preocupante falta de nieve y hasta un rato, al final del retorno al refugio y en las inmediaciones del mismo, que la sensación de calor con el firme lleno de nieve, fue realmente abrasador. Una rara sensación estando en los días que, teóricamente, son los más fríos del invierno. De todas maneras el contraste térmico entre noche y día es brutal, lo que justifica la “buena salud” de las cascadas de hielo.
Por la tarde bajamos a Imlil, puesto que al día siguiente parte del grupo partimos para el desierto y el camino en vehículo es largo. Por la noche la familia Azdour nos sorprende con un riquísimo cordero. Una de las joyas gastronómicas de la cocina bereber. Buenísimo.
Al día siguiente parte del grupo se queda en Imlil donde harán una excursión por la montaña panorámica del Tasserimoute, y el resto del grupo partimos de buena mañana para el desierto, haciendo noche en las espectaculares gargantas de Dades.
El último día del año llegamos al desierto, previa visita al estilo japonés de las gargantas de Dades y de las Gargantas de Todra. El coche nos deja en Merzouga y por la tarde realizamos la travesía de las Dunas de Erg Chebbi hasta llegar a un campamento donde pasamos la noche.
Música, buena cena, vino (que habíamos comprado previamente en las gargantas de Dades), danzas, aro de la luna y las doce campanadas en medio de las dunas. Una manera original de despedir el año 2017 y dar la bienvenida al 2018.
El primer día del año tenemos que madrugar, a pesar de habernos ido a dormir tarde, unos más que otros. Queda un larguísimo día de transporte en micro bus para volver a Marrakech donde llegamos a las 8 de la tarde. Aún tenemos tiempo de visitar la plaza Jemaa el Fna.
El 2 de enero es nuestro último día del viaje. Aprovechando que el vuelo sale a última hora de la tarde aún tenemos tiempo de visitar con toda la calma del mundo el zoco, tomar alguna cervecita en los bares de la plaza, visitar un Hamman y disfrutar de un reparador masaje, pegarse una buena comilona y empezar el año con buenos augurios. Seguro que este 2018 también serán varios los viajes que acabaremos celebrando en este magnífico país que es Marruecos y en sus camaleónicas montañas del Alto Atlas.