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Llegamos a Sidi Ifni y en primera instancia fuimos al alojamiento que habíamos reservado para dormir. Se trataba de una casa de huéspedes, en primera línea de playa, en uno de los barrios de reciente construcción de la población, un poco lejos del centro urbano, a pesar de que las propias dimensiones de Sidi Ifni hacen que las distancias de una punta a otra sean relativamente cortas. La casa tiene una decoración un tanto rara, peculiar, esperpéntica, con unos lavabos y una bañera de color rosa chicle. Se nota que han intentado hacer una reforma innovadora y curiosa con el peor gusto de decoración posible. La barriada es triste, con calles a medio pavimentar fruto de una crecimiento urbanístico descontrolado. Todo Sidi Ifni presenta un carácter decadente, aunque la parte central, o sea, la colonial, tiene mejor aspecto y se nota una diferencia sustancial a lo que la arquitectura y la ordenación urbanística se refiere. El centro de Sidi Ifni es un conjunto 100% colonial.
Tras dejar los equipajes y situarnos en el lugar de pernocta, conducimos al centro de la población, bajo una espesa niebla que ya no nos abandonará hasta bien entrada la noche. De hecho, solo al dia siguiente podemos divisar en su totalidad la población, la bahía que la aloja y las secas, pequeñas e impersonales montañas de matorral que cierran el horizonte.
Caminamos por la zona colonial donde hay edificios reutilizados, como la antigua iglesia de santa Cruz, hoy palacio de justicia, o el monumental Gobierno General, hoy conocido como Palacio Real y otros completamente abandonados, como el antiguo consulado, donde podemos detectar aún restos de la decoración franquista en la fachada, con el aguilucho, el yugo y las flechas. Es curioso el estado de abandono de este edificio. Seguramente un abandono completamente intencionado por parte de las autoridades marroquíes. Otros lugares de interés en la zona de población es el faro y la zona donde se alojaba el antigua aeródromo que aún es una explanada completamente rectangular, alargada y exenta de edificaciones y los restos oxidados y medio despedazados de lo que en su dia era un tío vivo y un pequeño parque de atracciones. Sidi Ifni reboza abandono y decadencia por doquier. Es el castigo silencioso de las autoridades gubernamentales a lo que en su dia fue territorio español. Es un ciudad fruto del abandono.
Antes de que finalice el dia vamos al puerto a ver los restos del teleférico. Enormes gigantes grises de hormigón medio ocultos entre la niebla persistente y la penumbra del dia que finaliza. Más sensación de decadencia y abandono si cabe. Nos refugiamos en una suculenta cena en unos de los restaurantes que aún tiene nombre español, decoración europea y donde las personas de mayor edad hablan perfectamente la lengua castellana y recuerdan aún cuando sus padres le hablaban de los tiempos coloniales. Nadie lo dice abiertamente, pero entre palabras es fácil interpretar que todos tiene la convicción que han pasado de “Guatemala” a “Guatepeor”
El restaurante, a pesar de parecer un reducto español y tener una comida deliciosa, no ofrece la posibilidad de bebidas alcohólicas, ni vino ni cerveza. Nuestras remotas esperanzas de poder cenar por primera vez en el viaje con una vino fresco se desvanecen. Nos quitamos el “gusanillo” con una corta visita al hotel La Vella Vie. Tras la cena y poder disfrutar del fresco nocturno y de una cervecita a la luz de las estrellas. Por fin la niebla desapareció con el cambio térmico de la noche.
Antes de proseguir al dia siguiente nuestra ruta en coche realizamos una nueva visita al puerto y a la zona de las columnas del teleférico. Con la clara y brillante luz de la mañana los podemos ver con total claridad. Las últimas columnas completamente erguidas sobre las aguas del mar abierto. Resulta un tanto extraño poderse hacer con una idea mental exacta de como funcionaba toda la instalación en su dia, para el transporte de mercancías y tropas.
Cada uno se hace su montaje mental sobre los fríos y grises gigantes de hormigón. Marchamos de la zona comentando las diferentes contenidos con los nos hemos estado atiborrando de información de Sidi Ifni y su pasado colonial por internet. Parte del interés de este variado viaje entre Agadir i El Aiún a sido justamente este, la carga históricas de las zonas a visitar, y Sidi Ifni ha estado a la altura de las expectativas, o hasta diría que las ha superado. Marchamos de la triste ciudad con un agradable recuerdo, muy a pesar de la melancolía y decadencia que impregna cada rincón de esta costera y lejana ciudad Atlántica.
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